domingo, 13 de febrero de 2011

Pecados capitales


Sobre de Manila
Pecados capitales
Rafael Mejía Arango
Quienes hayan leído el memorando a los lectores que se publicó en este espacio en estos días, se habrán imaginado, por el título que les adelanté, que voy a dedicar mi artículo a la religión; o más precisamente al catecismo, que es la parte de la religión en donde se estudian los pecados, o por lo menos donde los estudiábamos cuando me tocó. Un librito que había que aprenderse de memoria, sin chistar, sin gaguear y sin poner en duda una sola palabra.
Pensarán también que me reconvertí y que me le voy a dedicar de lleno a la camándula y al púlpito…; y no faltarán los que envidiarán desde ya lo que podría ser un muy próspero negocio, una iglesita propia, que le calle la boca a mi anti-capitalismo-salvaje, y me mandé por fin a donde me merezco: alrededor del mundo como un pachá.
Pero no. Ninguna de las anteriores.
Voy a hablar aquí de los pecados en general y de los capitales en particular, porque son éstos, a diferencia de los pecados mortales, los más comunes y los más arraigados en el mundo nuestro, vuestro y de ellos. Claro, como los pm son delitos y faltas graves que sólo perdona la confesión, aunque se cometen muchos y permanentemente, no son tan comunes ni tan tolerados ni tan alcahueteados como los pc, que dizque no se pueden pero sí, no pasa nada.
El catecismo del cura Astete decía que eran siete, pero yo ya pasé de la docena; así que no le vamos a parar bolas al folleto aquél, del que si acaso quedará un ejemplar en los archivos vaticanos.
Pero también hay varios pc que ya no son pecado, y hasta algunos que eran pm se volvieron pc –era tan grave y tan “mal hecho” desear a una amiga bien bella y bien mal casada, que matar, o robar, o calumniar, para solo mencionar los más comunes en este semisalvaje oeste tan parecido al de las películas de vaqueros, a donde llegó ya lo que faltaba: la fiebre del oro–.
Trabajar el domingo, o vender escapularios el jueves santo podía ser tan pecado y tan mal hecho, y si nos descuidamos tan delito, como por ejemplo mentirle un gobernante a sus gobernados una y otra vez, como si nada.
En fin, el tema es ponzoñoso, y este comentario se va enredando y hasta toriando, como una culebra, e incluso ha intentado meterse a la gaveta, pero yo lo agarro de la cola y lo vuelvo a sacar. Hagan de cuenta Uribe.
Escogí al azar algunos de estos pecados cotidianos con sus definiciones del diccionario de la academia española, para no confundirnos, más de lo confundidos de lo que nos mantienen los acontecimientos.





          INJURIA 1. f. Agravio, ultraje de obra o de palabra.
                 2. f. Hecho o dicho contra razón y justicia.
                 3. f. Daño o incomodidad que causa algo.
                 4. f. Der. Delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación.

La del destituído vicefiscal Valencia Cossio, quien utilizó una perversa coartada para su defensa en el juicio donde resultó culpable: que su misterioso viaje a Pereira no fue para encontrarse con paramilitares y mafiosos sino para comerse una amiguita que llegó de Bogotá para lo mismo, para comérselo a él en un “motel de la salida para Armenia…”
Perversa historia que ofende y que desdice mucho sobre la calidad humana del tipo ese. Y de quienes lo asesoran.
El man se tiró (literalmente) su matrimonio, y se tiró también a la querendona, trasnochadora y morena, que no es tan así.
Tendrá quizás más establecimientos para el amor clandestino que el promedio; y más gente dedicada a la vida licenciosa que el promedio; y sin duda que sus damas atraen bastante, como buenas paisas vallunas. Pero primero que todo aclaremos que de lo anterior nada nos parece grave, y que no hay población que se respete donde no se practique el tire y afloje, ni donde no haya donde hacerlo de incógnitos, ni donde no encuentre uno por lo menos una chica o un chico (de res y de marrano) dispuesta a darlo por dinero.
Muy irrespetuoso, muy rastrero y muy de galemba la actitud de Valencia. Qué vergüenza para esa familia, dizque tan prestigiosa, aunque como dijo algún panelista en hora veinte, aquí todos tenemos nuestro valencia cossio...

IRA 1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
       2. f. Apetito o deseo de venganza.
       4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza

Ira santa la que despiertan los conductores indeseables, entre quienes están primero los buseteros y taxistas que pretenden desahogar su estrés y sus asuntos personales haciendo de sus innumerables vehículos el terror de campos y ciudades, aplicando la ley de la bravuconada y la fuerza para hacer lo que les dé la gana. Y las autoridades en otro mundo, o detrás de la “liga”.
Y las señoras y señores y muchachitos en carros particulares cometiendo toda clase de infracciones y manejando sin el mínimo de sentido común. Sin solidaridad. Sin civismo. Sin inteligencia vial…
Y el atracavidrios del semáforo de la calle 51 con 23, quien ante mi negativa gestual para que no me lave el parabrisas a la brava, cómo a él le dé la gana, con lo que a él le dé la gana, me sale con que: “…siquiera porque a ese mierdero hay que darle es maaaceta” mientras toca con precisión de cirujano, dejando apenas una burbujita de jabón, una de las cagadas de murciélago encima de las plumillas y entre el barro de mi 4x4 (cuatro puertas x cuatro llantas) de campo traviesa, nano burbuja, cuya polvorienta hojalata escupió de salida el bicho, atisbando de reojo, cuan ratón de cloaca. Y gargajeando para el segundo…

       SOBERBIA 
                   2. f. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.

La de Alfonso Cano y sus farianos que montan el espectáculo, liberan uno y secuestran dos…

GULA  1. f. Exceso en la comida o bebida, y apetito desordenado de comer y beber.

La que se comete en los pabellones especiales que cohabitan los honorables reclusos venidos del congreso y otras ollas.
Olladas de sancocho costeño y ceviche de piangua. Trago a la lata. Músicos. Muchos invitados. Así cualquiera. Yo no entiendo para qué diablos las ene mil salidas con permiso, con semejantes francachelas al abrigo de las alas protectoras del IMPEC.


La mapaná se enchipa y me trata de morder; así que dejemos por hoy, o se nos engaveta. rafame953@gmail.com


   

1 comentario:

  1. Muy bueno Don Petu... en espera del resto de pecados para verlos reflejados en nuestra linda Colombia.

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